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miércoles, 27 de abril de 2011

Acorde con el día del niño: Tell Me Why

 

Tenemos el día del niño a la vuelta de la esquina, como mencione en la entrada anterior, los niños ni son tontos ni son adultos y suelen hacer preguntas, que muchas veces son incomodas o difíciles de responder.

La canción “Tell Me Why” es interpretada por Declan Galbraith, y es una serie de cuestionamientos de un niño a los adultos, en que quiere saber el porque de la situación del mundo, el dolor, la guerra y porqué no se hace nada para solucionar los problemas que alcanza a ver.

La letra de la canción es:

In my dream, children sing
a song of love for every boy and girl
the sky is blue and fields are green
and laughter is the language of the world
then I wake and all I see
is a world full of people in need

chorus:
tell me why(why) does it have to be like this?
Tell me why (why) is there something I have missed?
Tell me why (why) cos I don't understand
when so many need somebody
we don't give a helping hand
tell me why?

Everyday I ask myself
what will I have to do to be a man?
Do I have to stand and fight
to prove to everybody who I am?
Is that what my life is for
to waste in a world full of war?

Chorus:

(children) tell me why? (Declan) tell me why?
(Children) tell me why? (Declan) tell me why?
(Together) just tell me why, why, why?

chorus:

chorus chant:
tell me why (why, why, does the tiger run)
tell me why(why why do we shoot the gun)
tell me why (why, why do we never learn)
can someone tell us why we let the forest burn?
( why, why do we say we care)
tell me why (why, why do we stand and stare)
tell me why(why ,why do the dolphins cry)
can some one tell us why we let the ocean die?
( why, why if we're all the same)
tell me why(why, why do we pass the blame)
tell me why (why, why does it never end)
can some one tell us why we cannot just be friends?
why, why

Día del Niño

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Alguna vez escuché a alguien decir que la infancia era la etapa que tratas en tu vida adulta o de superarla o que bien añoras inmensamente. Todo depende de que tal haya ido en ella y de los recuerdos que tengas de la misma. O sea que o somos Peter Pan o el Capitán Garfio. Quizás no sea tan extremo pero algo hay de verdad en la afirmación.

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Todos podemos observar a los niños, especialmente a los pequeños que se desenvuelven en el mundo con una curiosidad, sorpresa y alegría sin par. Pero, si observamos a los adultos que hay a su alrededor las reacciones ante las actividades infantiles serán variopintas: encontramos desde los permisivos, los estrictos, los regañones, los gritones, los parlanchines, los contadores de historias, los juguetones, etcétera. Generalmente la reacción de los adultos frente a los niños es un reflejo inconsciente de lo que los adultos hacían con ellos cuando eran niños.

He podido observar de primera mano como los padres de los niños se empeñan en tratar a los niños como sus pares y a la vez como tontos; craso error los niños ni son adultos ni son tontos. Los niños son pequeños seres humanos sin experiencias, son humanos en formación. Que se arrastren, que griten, coman tierra, despanzurren animales pequeños, hagan preguntas (muchas veces incómodas o difíciles), que corran , brinquen y jueguen es “normal” en esa etapa de la vida.

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Las personas que tratan a los niños como adultos, no se explican porqué los niños hacen lo que hacen, porque no se comportan como personas decentes. Seguramente se les olvida que ellos también fueron niños y jugaban y rompían cosas, en un afán meramente científico-experimental. Es fácil para un adulto regañar a un niño, pero se les olvida que los niños  no están a nuestro nivel, ni de experiencias ni de estatura. Es más fácil que un adulto baje a un nivel infantil a que un niño alcance el de un adulto.

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Hablar con ellos y explicarles el mundo de manera sencilla es una forma de abordar con ellos los problemas diarios. Ellos son altamente perceptivos y aprenden de su entorno inmediato: padres, hermanos, tíos, abuelos, primos, vecinos. Si en su entorno observa violencia, puede ocurrir que el infante esté asustado o sea vuelva violento hacia otros niños. Ellos aprenden de su familia a ser felices, serios, enojones, pendencieros, responsables, limpios, sucios, lúdicos…

Conforme uno va creciendo los problemas de la vida y el enfoque de la misma van cambiando, en algún momento un par de monedas es una fortuna con la que se puede comprar el mundo y ser inmensamente rico, pero poco a poco esa y otras ideas y retos van cambiando, los obstáculos cambian y los motivos de alegría también.

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Es en la infancia en la que se forjan los cimientos de la personalidad, se forja el carácter, miedos, ideologías y valores; las herramientas con las afrontaremos la vida. Calificar de buena o mala infancia y a los actores que figuraron en ella sería algo absurdo, recordemos que gracias a ella y las personas con las que crecimos somos las personas que somos.

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Recuremos la alegría, la capacidad de sorprendernos y la imaginación infantil. Perdonemos a los que nos lastimaron y pidamos perdón a los que lastimamos y si algo nos quedamos a deber y está en nuestras posibilidades regalémosle eso a nuestro niño interior. Y a los niños que tenemos cerca gocemos con ellos y dejemos que sean lo que son niños…

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martes, 12 de abril de 2011

Vacaciones

¡Vacaciones! Después de tanto esperar estos preciados días están a la vuelta de la esquina. Todos están excitados con la euforia que da ese espíritu cálido de los asuetos laborales. Un grupo de amigos tuyos que les encanta salir a darle vuelo a la hilacha te han abordado para invitarte a un viaje fugaz a aquellas regiones donde el océano besa las costas. ¡Claro que no lo piensas dos veces!

“¿Cuándo salimos?” la pregunta sale de tus labios sin pensarlo.

“Mañana al alba” contesta el tipo moreno y alto que parece más un chimpancé gigante, que un miembro de la oficina. Tus ojos se abren tan grandes que parecen que se saldrán de sus orbitas, y pones cara de ¡¿qué?!

“Ya, no te apures, tienes alrededor de diez horas para que te prepares” contesta, otro de los afanosos miembros de la bolita, en plan de tranquilizarte.

“Está bien. ¿Pasan por mí?” respondes al tiempo que tu presión arterial recupera su cause normal.

“¡Claro!, faltaba más” dice una chica gordita que tiene un camioneta grande en la que caben todos.

Con gran algarabía se despiden, todos entusiasmados por el viaje.

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El corazón te late a velocidades extremas, tienes que hacer un millar de cosas antes de salir hacia la salinidad de la costa. Entras a traspiés a tu departamento y el tufo a soledad te llega de golpe, pero no te deprime como en otras ocasiones. Mandas a volar los zapatos que te están matando. Con los pies desnudos recorres el departamento abriendo los closet, buscando todo aquello que te será útil para la aventura playera que se avecina. Mueves cajas empolvadas, grillos y arañas salen disparados de sus refugios, en que han vivido por generaciones. Remueves y remueves triques y cachivaches lanzándolos al suelo hasta que encuentras esos huaraches que hace casi un lustro que no usas. Corres a los cajones, y en las prisas te golpeas en el dedo pequeñito de de tu pie derecho, el dolor inunda tu sistema nervioso central, pegas un grito y una mentada de madre como una liberación de la tensión y dolor que el golpe te ha asestado. Te echas al suelo y te sobas, el dolor va pasando y la adrenalina va ganando terreno. Te levantas a continuar con tu afanosa búsqueda de esos trajes de baño que compraste en un arranque de compra compulsiva. Revuelves todo lo que hay en los cajones y encuentras tres trajes de baño que huelen a baúl viejo. ¡Jamás te los pondrás así! El destino está en tu contra, lo mismo que el tiempo, ahora tienes que lavar.

Cual torbellino lavas esas prendas mínimas y corres a la azotea a colgarlas para que estén listas para cuando el gallo decida que ya es hora de que emprendan el viaje. Los dejas en los lazos y bajas a sacar la mochila en que meterás tus garras y los artículos de higiene personal que se necesitarán. Guardas todo y pones el despertador a una hora tempranita.

Comes algo ligero y te lavas los dientes; te metes a las mantas de tu suave y deliciosa cama, ves un rato la televisión y nada te satisface; el cosquilleo en el vientre, provocado por la emoción, no te permite concentrarte en lo que la pantalla te muestra, le apagas y te decides dormir.

Tus sueños son intranquilos, das vueltas en cama con desesperación, el calor y la emoción no te permite dormir profundamente, te despiertas varias veces en la madrugada para ver la hora, no sea que el despertador decida hacer huelga y no suene y que te agarren en mundo de Morfeo cunado sea la hora de salir.

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De repente el sonido del despertador retumba en tus oídos y de un salto sales de la cama, medio la tiendes, y te metes al baño, orinas liberando todo el líquido que se acumuló durante la noche. Te bañas con agua templada para no perder de golpe el dulce calor de la cama. Te vistes y cuando sales del baño, oyes que tocan a tu puerta, seguro que son tus amigotes, vas corriendo a abrir y efectivamente ahí estaban.

“Ya vámonos” te apresuran

“Esperen tengo que bajar unas ropas” les dices y subes de dos en dos los escalones que llevan a la azotea, ves el cielo aún con estrellas, matizándose de tonos morados y rosas; el sol se está quitando las lagañas. Llegas a tu mecate y tus ojos se abren como platos soperos, tus trapitos han desaparecido. ¡Qué clase de bestia maldita es capaz de robarse tus calzones y tus trajes de baño! Sólo te dejaron el más feo y pequeño de todos. Bajas con cara atónita tomas tus maletas

“Vámonos” balbuceas.

“Sale” grita uno de tus amigachos.

Entre risas y murmullos llegan a la camioneta vieja en que se transportaran, aun no puedes creer lo que te ha pasado. Subes a la roña de vehículo y un olor a plástico asoleado mezclado con polvo se te mete hasta lo más profundo de la nariz.

Arrancan y al ir avanzando el hambre te asalta y las tripas hacen una revolución lanzando un ruido tremendo, todos se ríen y te pasan un sándwich amalgamado a la servilleta de papel en lo envolvieron, que medio te comes al poder separarlos.

Entran a la carretera y entre chistes verdes, rojos, bromas, albures y demás anécdotas van avanzando, y las nauseas, que hace siglos no te daban ahora te llegan de golpe, quizás es el olor, o el de la camioneta, o las curvas, o todo junto. Intentas con gran voluntad detener el asalto, pero al final fracasas y sacas la cabeza por la ventanilla mostrando tu derrota, al volver dentro todos te ven y se ríen “Jajajajajajajajajaja, te ves como de caricatura” “Ya detén tus ojos, parecen canicas rodando”

Sigue el viaje y sientes que la piel se te pone pegajosa, el mar está cerca.

Llegan a la playa y buscan un hotel económico y sólo encuentran uno lleno de salitre y plantas pegadas a los muros.

“No importa, sólo vamos a dormir aquí” comenta el optimista del equipo.

¡Que consuelo! Entran a las habitaciones, que tienen algunos animalejos endémicos, el olor a humedad tan fuerte que sientes te impregnaras de él. Todos se cambian y salen a la playa con sus trajes de baño, algunos brillantes, otros claros y oscuros, sales y ves tu verdad estás prendas no ocultan nada, se ve tu color pálido tan característico entre tu raza (homo oficinales) se te ven las lonjas y la celulitas, amén de las estrías. ¡¿Por qué tenían que dejarte este ínfimo trapo?! Salen a caminar y ves esos cuerpos que semidesnudos que sí hacen ejercicio, apenándote del tuyo, pero te consuelas echándote un taco de ojo. Entras al mar y te pica la arena en la piel, el sol te quema, pero la alegría es enorme, a pesar de que e traje te ciña.

Una enorme ola te da un revolcón sacándote del mar como un escupitajo, en el trayecto te raspas una pierna y el lomo, te levantas y el calzón medio se te cayó dejando al descubierto una nalga más blanca que la leche. Cuando el sol está en un máximo esplendor haciéndote sudar y evaporando el sudor y la piel a la vez, el estómago clama por un poco de alimento; la sensación es generalizada y corren todos a una palapa donde vender los manjares culinarios propios de la costa.

Entre la algarabía de los amigazos se sientan a comer. La arena se te pega a la piel, los calzones los tienes con arena y te pica, pero primero comer que cualquier otra cosa. Comienzan a llegar los platillos, camarones, ceviche, hueva, pescado frito, cervezas, salsas. Cual marabuntas se acaban todo lo que les habían llevado. Se quedan charlando en una sobremesa de varias horas.

Playa_paradisiacaPlaya atestada

Corren a bañarse ya que el cuerpo les pica y se siente irritado. Al entrar a la habitación la frescura del espacio te alivia y hasta perdonas el olor a salitre. Cuando tu compañero (el simio) de habitación desocupa el sanitario, entras y los demonios atacan tu nariz, en medio de la peste dolorosamente te quietas el traje de baño tirando un poco de arena que se te metió, te ves en el espejo y ves que se te ha quedado marcado no solo por lo poco que te cubrió del sol sino por lo ceñido. Lo lavas y te lavas haciendo a un lado a una señora cucaracha que se pasea por tu costado, te lavas con cuidado la pierna raspada, te lavas el cabello sintiéndolo como si fuera de estropajo.

Sales con tu piel reseca y húmeda. Se reúnen en la terraza del hotel y deciden ir a jugar a la pequeña alberca que el hotel proporciona. Cuando el sol esta queriendo desaparecer del cielo se meten a la piscina, o tienes más opción que ponerte el ceñidor al que llamas bañador. Entras y el agua está helada, sucia, con mucho cloro y el fondo de pequeños mosaicos mal acomodados arañan tus pies. Juegan con una pelota, durando horas ganado a veces ellas, a veces ellos. Cuando salen de la alberca la piel está flácida y arrugada como si tuvieran unos ochenta años.

Salen a cenar alguna chuchearía y luego a bailar a una disco cercana. Llegan en la madrugada, extenuados y a dormir, sin importar los ácaros y el cebo de la cama. El simio ronca como una moto y a duras penas puedes dormir. Además la cama te pica, quizás tiene pulgas, chinches o sabrá dios que otra sabandija. La almohada huele a gasa de cabeza ¿cuándo habrá sido la últimas vez que cambiaron las ropas de cama? Ni cuenta te das cuando e duermes.

Después de tres días de juerga, es hora de volver se preparan a salir, y para despedirse de la costa se lanzan a una expedición gourmet, se comen todo lo que les ofrecen. Antes de dormir arreglas tus cosas para no andar a las carreras por la mañana, tu ropa se impregnado del olor de la playa y de la habitación.

Por la noche las tripas se sienten con una corriente de agua con burbujas adentro que apenas re deja dormir, el pánico de que te salga un pedo con caldo no te da libertad de echarte uno. No fue la calidad de la comida sino la cantidad. Sales de la cama y volviendo punto el asterisco entras al baño y al sentarte liberas tus intestinos con una sensación de placer y dolor.

Por la mañana salen y en la carretera te asaltan las ganas, pides que se paren para poder soltar lo que se quiere salir sin permiso. Se paran a un costad de un puente en construcción y sales corriendo a la vuelta de la construcción con un paso de premura una gran preocupación, en cuanto te sientes fuera de la mirada de tus amigos te bajas el pantalón y los calzones y liberas lo que te atormenta, en medio de fuertes sonoridades. Cuando tu alma vuelve al cuerpo abres los ojos y te quedas con una sensación de sorpresa y vergüenza ya que descubres que te fuiste a cagar enfrente de todos los trabajadores de la obra que estaban comiendo, te levantas diciendo “con permiso, perdón” y te vas como rayo a la camioneta y les dices “despeguen” en el camino les cuentas tu experiencia, todos se ríen.

Llegas a tu casa, con el cuerpo cansado, la pierna raspada, los ojos irritados, los pelos de estropajo, la piel reseca y el culo tallado de tanto limpiarte. Es bueno volver a casa, se necesitan vacaciones de las vacaciones.

El príncipe en la tierra de los gigantes

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Era un día soleado, el príncipe se encontraba jugando en los campos cercanos al palacio. Su traje azul y sus botas de cacería favoritas estaban llenas de lodo de los alrededores del río. Vio el cielo y supo que era hora de volver al palacio, la tarde comenzaba a caer. Corrió hasta un pequeño túmulo de piedras en las que había un pasaje secreto que llevaba al interior del palacio, recorrió el túnel y salió cerca de los graneros. Una vez dentro del llegó a donde estaban los sirvientes alimentando a los caballos, las vacas, gallinas, patos y conejos. Corrió hacia la cocina en la que había varios fuegos prendidos y olía a estofado, las mujeres de la cocina iban y venían a toda prisa. Tomó un bollo recién horneado de una canasta y se disponía a salir cuando se encontró de frente con el heraldo de sus padres, era un joven alto, delgado, de cabellos claros y ondulados hasta los hombros, de rostro serio y cara alargada.

--Su majestad, el rey, solícita la presencia de su ilustrísima en el salón del trono—dijo el heraldo sin rodeos—sería tan amable de acompañarme.

El príncipe sólo atino a asentir y seguir al joven hasta las enormes puertas del salón del trono. El heraldo lo anunció y las puertas se abrieron de par en par. El salón estaba adornado con grandes estandartes de colores y los nobles de la corte se encontraban reunidos. Al entrar el príncipe todos ojos se posaron en él. Al fondo del salón estaban sentados sus padres. Caminó hasta estar a su alcance y se inclinó en muestra de respeto. Se veían imponentes en sus tronos y con sus trajes de gala. El rey sonrió y le dijo:

--Hijo mío, en el reino existe una tradición ancestral, en la que todo príncipe debe ir, al cumplir tu edad, a la tierra de los gigantes y traer algo de ella.

--¿Qué cosa padre?

--Eso, es lago que tú debes averiguar por tu cuenta. Lo que te puedo decir es que hemos preparado todo para que zarpes mañana rumbo a aquella tierra

--No temas, hijo, todo saldrá bien, además el viaje no es muy largo y pronto estarás de regreso—apuntó la reina

--No temo madre, sólo que no sé que debo llevar para realizar mi encomienda.

--Lleva sólo que consideres necesario

Se inclinó y se retiro a arreglar su fardo y provisiones para el viaje que se avecinaba.

 

A la mañana siguiente, sus padres lo esperaban con un carruaje listo para llevarlo a los muelles de los que saldría la embarcación que lo llevaría a las costas de la tierra de los gigantes.

Una vez en el muelle, sus padres se despidieron de él. El príncipe estuvo en el barco y veía como trabajaban los marineros y cómo el capitán dirigía la embarcación, el movimiento cadencioso de las olas lo adormecían y por las noches le gustaba contemplar las estrellas en el firmamento. Al amanecer del segundo día el vigía gritó desde el mástil:

--Tieeeeerrraaaaa aa la viiiiiiiiiiiiiiissssssssssssttttttttttaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!

Todos se apresuraron a anclar y ya preparar una pequeña lancha en la que abordaron el príncipe, el capitán y 3 marineros más. Una vez en las costas, el capitán habló con el príncipe:

--Alteza, estaremos esperando por 3 días en el barco. Nuestras provisiones no nos permiten permanecer más días. Por lo que le suplicó que no tarde mucho más de esos días, de otro modo el regreso nos será más difícil. Cuando regrese prenda el faro que está en la costa para venir por usted.

--Por supuesto capitán, regresaré lo más pronto posible—respondió el príncipe

Vio como se alejaba la lancha rumbo al barco. Después con paso decidido se encamino hacía el interior de la tierra de los gigantes, avanzó por unos matorrales espesos, hasta que escuchó sus potentes voces, había varios gigantes por ahí cerca, se ocultó tras una piedra y los observó, y descubrió que eran como la gente de su reino, alegres, trabajadores y habladores, sólo que eran gigantes.

Como pudo se trepo a una enorme roca y desde ahí grito e hizo señales a los gigantes, varios de ellos se acercaron a él y lo vieron. Uno de ellos se se agacho y lo vio. Entonces, el príncipe le dijo que venía a su tierra en busca de algo, que no sabía que era, que tenía poco tiempo y ´necesitaba de su ayuda. Los gigantes le dijeron:

--Hace mucho que no recibamos visita de tu gente. Te ayudaremos.

Uno de ello lo llevó en la palma de su mano y los demás sugerían: “la playa, el bosque, los ruinas, las cuevas…” le dieron un recorrido por sus tierras y la invitaron de sus comidas. Al día siguiente uno de ellos le dijo:

--Es probable que lo buscas esté en el pequeño edificio, es muy pequeño para nosotros, pero no para ti. ¿Quisieras buscar ahí?

--Creo que es una buena idea—aceptó el príncipe.

Lo llevaron hasta un pequeño castillo de piedra en lo alto de un peñasco. Lo dejaron ahí y le dijo uno de ellos:

--Cuando te desocupes haz sonar la campana del campanario para saber que estás listo.

--De acuerdo.

Entro en el castillo,  dentro había una huerta y una fuentes y muchos cuartos llenos de objetos de todo tipo, armas, armaduras, ropajes, obras de arte, joyas, frascos con líquidos de colores, libros, pergaminos, etcétera. Recorrió una a una las salas hasta que en un estante lo vio, en medio de un globo terráqueo y un artefacto que no conocía estaba un libro de pastas azules y piedras preciosas en la pasta, el corazón del príncipe se acelero y supo en ese instante que ese era el objeto por el que había ido. La noche ya había caído y decidió dormir en el castillo. Por la mañana despertó y bebió de la fuente y comió de los árboles del castillo. Fue hasta la torre campanario e hizo teñir la campana. Una Gigante fue por él y le preguntó si ya había encontrado lo que buscaba. El príncipe le dijo que sí. Y le pidió que lo llevaran a la costa.

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Varios gigantes lo acompañaron hasta la costa y vieron como prendía el faro. A los pocos minutos llegaba la lancha con unos marineros para recoger al príncipe.

--Alteza, estamos listos para partir.

El príncipe se volvió hacia los gigantes y les dijo:

--Muchas gracias, sin su ayuda me hubiera resultado muy difícil lograr mi cometido.

--No fue nada. Buen viaje.

El príncipe abordo la nave y posteriormente se dirigieron hacia su reino. Cuando llegaron los esperaba un carruaje que los condujo hasta el palacio. Una vez ahí, el príncipe se dirigió hacia el salón del trono. Seguía estando de gala, los nobles lo veían con expectativa de saber que era lo que había traído de la tierra de los gigantes. El príncipe caminaba lentamente por el pasillo con el fardo que ocultaba lo que llevaba una vez que estuvo cerca del trono dijo:

--Padre, Madre. He hecho lo que se me pedía he ido hasta la tierra de los gigantes. Me han tratado bien y me han ayudado con mi encomienda. He traído lo que mi instinto me dijo era lo correcto, espero que sea lo que debía traer—En ese momento descubrió el libro dorado de piedras preciosas

--Muy bien hijo, ese es un tesoro invaluable—dijo la reina—especialmente, si tu sentiste que era lo adecuado. Felicidades.

--Así es hijo mío. Bien hecho. Toma tu tesoro y ve a tus aposentos a descansar.

El príncipe tomo su libro y subió a sus recamaras, y puso el libro en su escritorio. Y con curiosidad y orgullo lo comenzó a hojear por vez primera. Con la sensación de haber hecho algo importante.

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lunes, 11 de abril de 2011

Sexo ¿procreativo o recreativo?

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En las clases de bilogía de la escuela nos decían que los seres vivos buscaban reproducirse para pasar su material genético a nuevas generaciones, además era una forma de que las especies crecieran. Cuando se trataba el tema de los mamíferos, nos explicaban que cuando una hembra estaba en período fértil despedía un olor que al macho de la especie le atraía y buscaba copular con la hembra en cuestión, a fin de pasar su carga genética. Los machos peleaban entre sí, siendo, generalmente el macho dominante el primero en copular con la hembra lo que le daba una ventaja a la hora de la fecundación.

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Hasta aquí todo se ve sencillo y, en cierto modo, claro. Pero todo se complica cuando tratamos el mismo tema en nuestra propia especie. Dejando de lado las discusiones de si somos o no superiores a otras especies, lo cierto es que somos animales (el que diga lo contrario que me diga si es planta, mineral, hongo, bacteria, virus o que chingados). Los humanos como la mayoría de las especies despertamos a la sexualidad cuando alcanzamos determinada madurez corporal, hombres y mujeres estamos listos para procrear cuando los caracteres sexuales secundarios y las hormonas hacen de las suyas (cambios de voz, acné, crece pelo en la axilas y el pubis, crecen los senos y las caderas en las mujeres, se ensanchan los hombros y crecen los músculos en los hombres (además de las barbas y bigotes, que varia de uno a otro), en las mujeres llega la menstruación y la lubricación vaginal, en los hombres crecen los testículos y el pene y se da la eyaculación—sea por masturbación o no—etcétera, etcétera. Los que ya lo vivimos lo conocemos y los que no ya lo conocerán.

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Sin embargo, a diferencia de otras especies, hombres y mujeres estamos todo el tiempo dispuestos a copular, sin importar que sea período fértil o no. Aunado a esto, el sexo es inusualmente largo y placentero para ambos; al punto que hombres y mujeres nos masturbamos, es decir, estimulamos nuestros órganos sexuales con el único fin de sentir placer. Pero lo cosas no terminan aquí, además podemos observar como es que mientras las hembras de las demás especies son conscientes del momento de mayor fertilidad, las mujeres nunca están del todo seguras, pueden darse una idea si su ciclo menstrual es puntual, de otro modo difícilmente. Y no sólo las hembras, sino que nos machos de las demás especies detectan a las hembras embarazables y las buscan para copular.

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Los humanos desde que las hormonas despiertan estamos inmersos en una curiosidad por el acto sexual y sus connotaciones y repercusiones. El sexo se vuelve el juego de los no niños. Hombres y mujeres estamos a la caza de las sensaciones que envuelven al acto sexual, y no sólo de las sensaciones físicas, sino de las emocionales. Incluso decimos que “hacemos  el amor”. Por otro lado encontramos el comercio sexual, hombres y mujeres que pagan por tener sexo con alguien, y no están buscando la reproducción ni el amor, sino la sensación corporal.

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La cosa se complica aún más cuando entramos en el terreno de las preferencias. Los humanos podemos adoptar básicamente cinco conductas sexuales: heterosexual, bisexual, homosexual, asexualidad y celibato. A grosso modo, la heterosexualidad es la atracción erótico-sexual-amorosa por personas del sexo opuesto al propio; la bisexualidad implica a cualquiera de los dos sexos (no necesariamente al mismo tiempo); la homosexualidad es cuando se da hacia personas del mismo genero; los asexuales no sienten preferencia hacia ningún genero, no tienen interés por el sexo; por su parte la celibato se da cuando el individuo, independientemente de su orientación sexual decide no mantener relaciones sexuales (por ejemplo los monjes y monjas).

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De estos tipos básicos de orientación sexual, sólo los dos primeros podrían derivar en la reproducción, el resto no. Si observamos la conducta social vemos que el sexo a pesar  de los velos y capas de pureza, negatividad, secreto, etcétera que le pongan encima es un tema harto abordado. Comerciales, productos, chistes, libros y demás que giran en torno al mismo, lo que cambia es la forma de abordar el tema.

Por otro lado, el sexo crea vínculos emocionales profundos entre los seres humanos, exista o no la reproducción e independientemente de la orientación sexual, además de que genera la química cerebral que da un estado de éxtasis y plenitud, y que decir de la autoestima. Existen juegos, técnicas y obras especializadas en ésta actividad. Además de que mucho psicoanalistas encuentran implicaciones sexuales en todos lados. Somos capaces de erotizar casi todo: la ropa, la comida, los animales, los objetos, los juguetes, los zapatos.

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Después de todo el sexo no sólo consolida a la especie, crea lazos afectivos, es una diversión para adultos; ya lo dijo Buda,”Si existiera otra tentación tan placentera como el sexo, estaríamos perdidos nadie alcanzaría la iluminación”. Ustedes deciden: ¿Procreativo o recreativo?