A algunos de nosotros cuando éramos niños nos contaban o leían cuentos de hadas, fábulas y demás historias cortas. Ya fuera porque nos querían mantener quietos o porque algunas historias se parecían a nosotros y nuestras acciones de algún momento. El caso es que muchas historias nos dejaban un mensaje directito al subconsciente.
Pongámoslo así: ¿quién de nosotros no conoce la historia de caperucita roja o del lobo feroz y los tres cerditos? ¿La bella durmiente, Blancanieves, Cenicienta o Pinocho? Creo que todos conocemos alguna versión de estas historias. ¿Pero, en el fondo qué es lo que nos dejan éstas historias, aparte de entretenernos y despertar la imaginación y fantasía?
Sin entrar en por menores les puedo de decir que cada historia trata un punto especial de la vida diaria:
Caperucita Roja.
Sin entrar en los pormenores de la historia, sabemos que es una jovencita que va a ver a su abuela y que el lobo la ve, habla con ella se adelanta y devora a la abuela, se mete en la cama de la abuela y se hace pasar por ella. Una vez que caperucita está con él termina en la cama con el lobo.
La simbología aunque evidente, la evitamos para empezar el color rojo. ¿Por qué rojo y azul o verde? Sencillo el rojo está relacionado con la lujuria y con la sangre; que en éste caso es la menstruación, entonces caperucita no es tan niña como solemos pensar. Es una jovencita que en la adolescencia y es capaz de despertar la lujuria de los hombres maduros y mañosos (representados por el lobo).
El lobo, es peludo, astuto y anda detrás de caperucita: curiosamente los hombres suelen ser velludos y buscan el sexo, especialmente con mujeres jóvenes. Podemos llegar a la conclusión de que la historia trata de avisar sobre el riesgo que corren las adolescentes con los hombres adultos que se hacen pasar por amigables y hasta parte de la familia.
La bella durmiente
En este historia nos hablan de una joven que hechizada por haberse pinchado el dedo con una aguja queda dormida y despierta con el beso de un príncipe. El pinchazo, otra vez, es la menstruación y el beso el despertar de la mujer sexual y el dormirse es dejar a atrás la etapa infantil.
Y así los tres cochinitos hablan de trabajo duro y sus recompensas a futuro; Pinocho de los problemas que tiene mentir y como va uno madurando al hacerse responsable de sus decisiones. El Mago de Oz nos muestra la travesía hacía el interior y equilibrar lo que todos llevamos dentro: inteligencia, emociones (amor) y valentía. La Sirenita muestra los problemas de auto aceptación y encajar en entorno ajenos a los propios. Blancanieves y Cenicienta de las envidias de las adultas sobre la juventud.
Y así como éstas podemos encontrar el masaje en otras tantas historias, donde las brujas son ancianas y mujeres envidiosa, los lobos son hombres abusadores, los gigantes y los ogros los adultos de un mundo infantil. Cada historia va dejando mensajes de trabajo, de crecimiento, desarrollo y madurez. De como pasar del niño al joven y de ahí a la adultez.
Cada uno de nosotros cuando niños teníamos un cuento preferido, léanlo ahora desde una perspectiva adulta y recuerden su infancia y descubrirán porque les gustaba ese cuento en particular.
Neil Gaiman tiene un cuento poesía que sirve de guía para viajar por el mundo de la fantasía:
“INSTRUCCIONES
Toca el portón de madera que hay en la pared
y que no habías visto antes,
Di “Por favor” antes de abrirlo,
Cruza el umbral
avanza por el sendero.
Sobre la puerta pintada de verde, un diablillo
rojo labrado en metal
hace las veces de aldaba ,
no lo toques te morderá los dedos.
Recorre la casa. No cojas nada. No comas nada.
No obstante,
si una criatura te dice que tiene hambre,
dale de comer.
Si te dice que está sucia,
límpiala.
Si llora porque se ha lastimado,
siempre que puedas,
alivia su dolor.
Desde el jardín trasero podrás
ver el frondoso bosque.
Pasarás junto a un hondo pozo que desciende
hasta el reino del Inverno;
lo que hay al fondo pertenece a una tierra distinta.
Si llegado a este punto decides dar media vuelta,
puedes volver atrás, tranquilo;
no hay de qué avergonzarse.
No por eso me sentiré defraudado.
Atraviesa el jardín para llegar hasta el bosque.
Los árboles son centenarios.
Hay ojos que te observan entre la maleza.
Bajo un sarmentoso roble verás sentada
a una anciana.
Es posible que te pida algo;
dale lo que quiera.
Ella te dirá como llegar al castillo.
En su interior habitan tres princesas.
No te fíes de la menor. Sigue adelante.
En el claro que hay más allá del castillo verás
a los doce meses sentados alrededor del fuego,
calentándose los pies mientras cuentan sus cuentos.
Puede que te hagan algún que otro favor,
si se los pides con educación.
Quizá diciembre te deje coger fresas
bajo su manto de escarcha.
Confía en los lobos, pero no les digas a dónde vas.
Para cruzar el río tendrás que tomar el ferry.
El patrón te llevará al otro lado.
(La respuesta a su pregunta es ésta:
“Si le entrega el remo a su pasajero, quedará
libre y podrá abandonar el barco”.
Pero al responderle, procura estar
a una distancia prudente.)
Si un águila te da una pluma, guárdala
como oro en paño.
Y recuerda: que los gigantes tienen
el sueño muy pesado;
que a las brujas les pierde su codicia;
que los dragones tienen su punto débil,
no sé dónde, pero todos lo tienen;
el corazón es de natural discreto,
no permitas que tu lengua lo traicione.
No sientas celos de tu hermana:
soltar rosas y diamantes por la boca
no es menos molesto que soltar sapos y culebras:
los diamantes son fríos y duros y, además, cortan.
Recuerda tu nombre.
Nunca pierdas la esperanza: al final,
encontrarás lo que buscas.
Confía en los fantasmas.
Confía en que aquellos a los que has ayudado
te ayudan a su vez.
Ten fe en los sueños.
Ten fe en tu corazón y también en tu historia.
Llegado el momento de regresar, vuelve
sobre tus pasos.
Todo favor será correspondido,
toda deuda quedará saldada.
No descuides tus modales.
No mires nunca atrás.
Vuela a lomos del águila sabia (no te caerás)
Nada a lomos del pez de plata (no te ahogarás)
Cabalga a lomos del lobo gris
(agárrate fuerte a su pellejo).
Hay un gusano en el corazón de la torre;
y ésa es la razón por la que no durará siempre.
Cuando llegues a la casita,
al lugar lugar donde comenzó tu viaje,
la recordarás de inmediato,
aunque ahora parecerá más pequeña
que al principio.
Sube por el sendero, cruza el umbral
del portón que sólo viste una vez,
justo antes de iniciar el viaje.
Ahora ya puedes volver a tu hogar.
O crear uno nuevo.
O descansar.”
Neil Gaiman. Tomado de: “El Cementerio sin lápidas y otras historias negras”. Editorial Roca. 2010. México
Buen viaje a todos
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