Muchas veces hemos oído que uno busca a su media naranja, a su otra mitad, a su alma gemela, etcétera y etcétera. Es una necesidad inherente a nosotros buscar una pareja, más allá de las explicaciones científicas, antropológicas, sociológicas y psicológicas la realidad es que el ciclo de la vida es así: Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, simple (a primera vista). Pero, encontrar una pareja nos como ir a comprar calcetines, se involucran factores emocionales, sociales, culturales, históricos, familiares, económicos, gustos personales…
Antiguamente los matrimonios estaban arreglados sin tomar parecer a los hijos, simplemente se unían intereses políticos y económicos en las familias para crecer el patrimonio o para subir en la escala social.
Pero no todos corremos con esa clase de suerte, tenemos que buscarla de acuerdo a nuestros gustos. La búsqueda de pareja no es sencilla, no es de me presenta a fulan@ o mangan@ y listo estamos “flechados”, la verdad es que rara vez pasa eso.
Antropólogos, biólogos, psicólogos y sociólogos sostienen desde su campo de acción que los humanos buscamos parejas que nos sean compatibles, que nos ayuden mejorar la genética de nuestra descendencia, que pueden ser personas con características complementarias o afines a las propias, con un carácter compatible, que tenga un olor y sabor que nos agrade.
Los griegos tenían un mito sobre el porqué estamos en esta constante búsqueda de pareja, la historia dice más o menos así:
Los primeros humanos que poblaron la tierra eran unos seres fuertes, trabajadores e inteligentes. Ellos amaban a los dioses del Olimpo y los dioses los amaban a ellos. Estos humanos eran parecidos a nosotros pero tenían dos cabezas, dos pares de brazos y de piernas, como si fueran dos de los que somos ahora pero unidos por la espalda, podían ser hombre y una mujer, dos hombres o dos mujeres.
Cuando se dieron cuenta de lo poderosos que podían ser decidieron subir al Olimpo y retar a los dioses. Zeus, furioso decidió castigarlos y cuando iban trepando por la cuesta del monte Olimpo tomó sus rayos y se los lanzó dividiéndolos a todos lanzándoles como maldición que tenían que buscar a su otra mitad en su vida dejándolos con la sensación de que les hacía falta su complemento.
Entonces he aquí otra explicación de porqué buscamos a nuestra mitad y también porqué no es fácil encontrarla, en este mito también justifica a las parejas de sexos opuestos y a las del mismo sexo, siendo en cualquiera de esos casos una tarea complicada.
A los que ya encontraron a su pareja felicidades, y a los que no, no desesperen que la maldición decía que la teníamos que buscar no que no la encontraríamos.
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