La muerte chiquita es eso que sentimos tan bonito cuando hacemos el amor, también conocido como orgasmo o clímax sexual. Según cuenta la historia, los seguidores del marqués de Sade le daban ese nombre al orgasmo. Pero no sólo ellos, en Oaxaca también le dan ese nombre al orgasmo. A lo largo del tiempo en diversas zonas del mundo se le ha dado éste nombre. El motivo es muy sencillo, un orgasmo real, un orgasmo intenso provoca en el cuerpo una serie de sensaciones que se podrían calificar como de cercanas a la muerte: Entumecimiento del cuerpo, explosión energética y decaída de la misma, ralentización de los reflejos y los sentidos, estado de paz y plenitud, caída del ritmo cardíaco y de la respiración.
La experiencia del orgasmo, independientemente del nombre con el que le llamemos sin lugar a dudas todo aquel que la alcanza le encanta. Con el desarrollo sexual y hormonal pasamos del placer lúdico de los juegos por un nuevo tipo de placer físico-sexual. Hombres y mujeres por igual al experimentar la muerte chiquita buscan alcanzarla y disfrutarla cada vez que le es posible (ya sea en solitario o en compañía). Las expresiones propias de la Muerte Chiquita son tales que dejan claro el placer que acarrea.
Si en la pareja se alcanza en cada acto sexual reafirma lazos, crea vínculos físicos y emocionales además de que ayuda al sistema inmune. El éxtasis de la muerte chiquita no tiene parangón con ninguna otra sensación. Incluso Buda dijo “Si hubiera otra tentación igual de intensa que el sexo (y la muerte chiquita), estaríamos perdidos nunca alcanzaríamos la Iluminación”.
Fingir que se ha alcanzado la muerte chiquita no sólo es malo para la persona que finge, también para a quién se le miente. El hecho de que en algunas parejas no logren ese estado de plenitud llega incluso a que la pareja tengan problemas, discusiones e incluso se separen.
Cualquiera que sea su caso disfruten de la muerte chiquita, que es un premio que nos dan al madurar. Les dejo un vídeo de “La Muerte Chiquita”
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